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"Queridos hijos, también hoy deseo invitaros a poner a Dios en el primer lugar en vuestra vida, a poner a Dios en el primer lugar en vuestras familias: acoged sus palabras, las palabras del Evangelio y vividlas en vuestra vida y en vuestras familias. Queridos hijos, de manera particular en este tiempo os invito a la Santa Misa y a la Eucaristía. Leed más la Sagrada Escritura en vuestras familias con vuestros hijos. Gracias, queridos hijos, por haber respondido también hoy a mi llamada".

Después la Virgen nos ha bendecido a todos con su bendición maternal y ha bendecido todos los objetos religiosos que habéis traído para que fuesen bendecidos. Después os he encomendado a todos, vuestras necesidades, vuestras intenciones, vuestras familias y en particular a los enfermos y a todos aquellos que habéis encomendado en vuestra oración. Después la Virgen ha continuado orando por un periodo de tiempo aquí sobre todos nosotros y en esta oración se ha marchado en el signo de la luz y de la Cruz con el saludo: "Id en paz, queridos hijos míos"».

Mensajes de la Reina de la Paz

"Queridos hijos, el Altísimo me ha permitido invitaros de nuevo a la conversión. Hijos míos, abrid vuestros corazones a la gracia a la que estáis todos invitados. Sed testigos de la paz y del amor en este mundo inquieto. Vuestra vida aquí en la tierra es pasajera. Orad para que a través de la oración anheléis el Cielo y las cosas del Cielo, y vuestros corazones verán todo de manera diferente. No estáis solos, yo estoy con vosotros e intercedo ante mi Hijo Jesús por vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamada". 

Queridos hermanos, he aquí lo que Iván nos ha comunicado acerca de la aparición que ha recibido esta noche, lunes 29 de mayo, en la Cruz Azul, a las 22:00 horas.

«También esta noche la Virgen ha venido a nosotros particularmente alegre y feliz y, al inicio, nos ha saludado a todos con su saludo materno: "Alabado sea Jesús, queridos hijos míos". Después la Virgen ha permanecido en oración por un periodo de tiempo aquí, sobre todos nosotros. Ha orado en particular sobre vosotros, enfermos presentes. Después ha dicho:

La noche del 19 de mayo Iván ha recibido la aparición de la Reina de la Paz a las 22:00 h en la Cruz Azul. He aquí cuanto Iván ha referido:

«También esta noche la Virgen ha venido a nosotros alegre y feliz y, al inicio, nos ha saludado a todos con su saludo materno: “Alabado sea Jesús, queridos hijos míos”. Después ha orado aquí sobre todos nosotros con las manos extendidas por un tiempo prolongado. Ha orado en particular sobre todos vosotros, enfermos presentes. Después la Virgen ha dicho:

“Queridos hijos, también hoy deseo en particular invitaros a orar en este tiempo por las familias. Orad, queridos hijos, por las familias: por la comunión en las familias, por la paz en las familias. Intercedo por todos vosotros junto a mi Hijo y oro por todos vosotros. Sed perseverantes en la oración. Gracias, queridos hijos, por haber respondido también hoy a mi llamada”.

Después la Virgen nos ha bendecido a todos con su bendición maternal y ha bendecido todo lo que habéis traído para que fuese bendecido. También he orado por todos vosotros: vuestras necesidades, vuestras intenciones, vuestras familias y en particular los enfermos. Después la Virgen ha continuado orando sobre todos nosotros y en esta oración se ha marchado en el signo de la luz y de la Cruz, con el saludo: “Id en paz, queridos hijos míos”».

La noche del 12 de mayo Iván ha recibido la aparición de la Reina de la Paz a las 22:00 h en la cima del Monte de las Apariciones. He aquí cuanto Iván ha referido:

«También esta noche la Virgen ha venido a nosotros alegre y feliz y, al inicio, nos ha saludado a todos con su saludo materno: “Alabado sea Jesús, queridos hijos míos”. Después ha orado aquí sobre todos nosotros con las manos extendidas por un tiempo prolongado. Ha orado en particular sobre todos vosotros, enfermos presentes. Después la Virgen ha dicho:

“Queridos hijos, también hoy, en este tiempo de gracia, deseo invitaros a abriros, a abrir vuestros corazones. Os invito en particular a orar más en vuestras familias, a renovar vuestras familias. Abríos, queridos hijos, al Espíritu Santo: que Él os guíe, que Él guíe vuestras familias. Vosotros tenéis necesidad de abriros al Espíritu Santo; por eso, orad y abríos. Gracias, queridos hijos, por haber respondido también hoy a mi llamada”.

Después la Virgen nos ha bendecido a todos con su bendición maternal y ha bendecido todo lo que habéis traído para que fuese bendecido. También he orado por todos vosotros: vuestras necesidades, vuestras intenciones, vuestras familias y en particular los enfermos. Después la Virgen ha continuado orando sobre todos nosotros y en esta oración se ha marchado en el signo de la luz y de la Cruz, con el saludo: “Id en paz, queridos hijos míos”».

"Queridos hijos, os invito a orar, no pidiendo sino ofreciendo sacrificios, sacrificándoos. Os invito al anuncio de la verdad y del amor misericordioso. Oro a mi Hijo por vosotros, por vuestra fe, que disminuye cada vez más en vuestros corazones. Le pido a Él que os ayude con el Espíritu Divino, como también yo deseo ayudaros con el espíritu materno. Hijos míos, debéis ser mejores; solo los que son puros, humildes y llenos de amor sostienen el mundo, se salvan a sí mismos y al mundo. Hijos míos, mi Hijo es el corazón del mundo; es necesario amarlo y orarle a Él, y no traicionarlo siempre de nuevo. Por eso vosotros, apóstoles de mi amor, difundid la fe en los corazones de los hombres con vuestro ejemplo, con la oración y con el amor misericordioso. Yo estoy a vuestro lado y os ayudaré. Orad para que vuestros pastores tengan cada vez más luz, a fin de que puedan iluminar a todos aquellos que viven en las tinieblas. Os doy las gracias”.

La Virgen ha bendecido a todos y todos los objetos religiosos. Después, como la Reina de la Paz desea, los sacerdotes han bendecido a todos y todos los objetos religiosos.

"Queridos hijos, amad, orad y testimoniad mi presencia a todos los que están lejos. Con vuestro testimonio y ejemplo podéis acercar los corazones que están lejos de Dios y de su gracia. Yo estoy con vosotros e intercedo por cada uno de vosotros para que, con amor y valentía, testimoniéis y animéis a todos aquellos que están lejos de mi Corazón Inmaculado. Gracias por haber respondido a mi llamada".

"Queridos hijos, amad, orad y testimoniad mi presencia a todos los que están lejos. Con vuestro testimonio y ejemplo podéis acercar los corazones que están lejos de Dios y de su gracia. Yo estoy con vosotros e intercedo por cada uno de vosotros para que, con amor y valentía, testimoniéis y animéis a todos aquellos que están lejos de mi Corazón Inmaculado. Gracias por haber respondido a mi llamada".

"Queridos hijos, apóstoles de mi amor, está en vosotros difundir el amor de mi Hijo a todos aquellos que no lo han conocido. Vosotros, pequeñas luces del mundo a las que yo con amor maternal enseño a brillar con claridad en todo su esplendor. La oración os ayudará, porque la oración os salva a vosotros, la oración salva el mundo. Por eso, hijos míos, orad con palabras, con sentimiento, con amor misericordioso y con el sacrificio. Mi Hijo os ha mostrado el camino; Él, que se ha encarnado y ha hecho de mí el primer cáliz; Él, que con su supremo Sacrificio os ha mostrado cómo se debe amar.

“Queridos hijos, como en otros lugares donde he venido, también aquí os llamo a la oración. Orad por aquellos que no conocen a mi Hijo, por aquellos que no han conocido el amor de Dios; contra el pecado; por los consagrados; por aquellos que mi Hijo ha llamado a tener amor y espíritu de fortaleza para vosotros y para la Iglesia. Orad a mi Hijo, y el amor que experimentáis por su cercanía, os dará fuerza y os dispondrá para las obras de amor que haréis en su Nombre. Hijos míos, estad preparados: este tiempo es un momento crucial. Por eso yo os llamo nuevamente a la fe y a la esperanza.

Os muestro el camino a seguir: el de las palabras del Evangelio. Apóstoles de mi amor, el mundo tiene mucha necesidad de vuestras manos alzadas al Cielo, hacia mi Hijo y hacia el Padre Celestial. Es necesaria mucha humildad y pureza de corazón. Confiad en mi Hijo y sabed que siempre podéis ser mejores. Mi Corazón materno desea que vosotros, apóstoles de mi amor, seáis pequeñas luces del mundo; que iluminéis allí donde las tinieblas desean reinar, que con vuestra oración y amor mostréis el camino correcto, salvéis a las almas. Yo estoy con vosotros. Os doy las gracias”. 

La Reina de la Paz ha bendecido a todos y todos los objetos religiosos. Después, como la Virgen desea, los sacerdotes han bendecido a todos y todos los objetos religiosos.

“Queridos hijos, hoy quiero agradecerles por su perseverancia e invitarlos a abrirse a la oración profunda.

Hijitos, la oración es el corazón de la fe y de la esperanza en la vida eterna.

Por eso, oren con el corazón hasta que su corazón cante con gratitud a Dios Creador que les ha dado la vida. Yo estoy con ustedes, hijitos, y les traigo mi bendición maternal de paz.

¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

“Queridos hijos, les doy las gracias porque responden a mis llamados y porque se reúnen en torno a mí, su Madre Celestial.

Sé que piensan en mí con amor y esperanza, y yo también siento amor hacia todos ustedes, como también lo siente mi amadísimo Hijo que, en su amor misericordioso, siempre y de nuevo me envía a ustedes.

Él, que se hizo hombre, que era y es Dios, Uno y Trino; Él, que por vuestra causa ha sufrido en el cuerpo y en el alma.

Él, que se ha hecho Pan para nutrir sus almas, y así salvarlas.

Hijos míos, les enseño cómo ser dignos de Su amor, a dirigir a Él sus pensamientos, a vivir a mi Hijo.

Apóstoles de mi amor, los envuelvo con mi manto porque, como Madre, deseo protegerlos.

Les pido: oren por todo el mundo.

Mi Corazón sufre, los pecados se multiplican, son muy numerosos.

Pero con la ayuda de ustedes, que son humildes, modestos, llenos de amor, ocultos y santos, mi Corazón triunfará.

Amen a mi Hijo por encima de todo y a todo el mundo por medio de Él.

No olviden nunca que cada hermano suyo lleva en sí algo precioso: el alma.

Por eso, hijos míos, amen a todos aquellos que no conocen a mi Hijo para que, por medio de la oración y del amor que proviene de esta, puedan ser mejores.

Para que la bondad en ellos pueda vencer, para que las almas se salven y tengan vida eterna.

Apóstoles míos, hijos míos, mi Hijo les ha dicho que se amen los unos a los otros.

Que esto esté escrito en sus corazones y con la oración procuren vivir ese amor.

Les doy las gracias.”

"Queridos hijos, sed oración y reflejo del amor de Dios para todos los que están lejos de Dios y de los Mandamientos de Dios. Hijos míos, sed fieles y decididos en la conversión y trabajad en vosotros mismos a fin de que la santidad de la vida pueda hacerse verdad para vosotros. Exhortaos al bien a través de la oración para que vuestra vida en la tierra sea más agradable. Gracias por haber respondido a mi llamada".

“Queridos hijos, por voluntad del Padre Celestial, como Madre de Aquel que os ama, estoy aquí con vosotros para ayudaros a conocerlo, a seguirlo. Mi Hijo os ha dejado las huellas de sus pies para que os sea más fácil seguirlo. No temáis, no estéis inseguros, yo estoy con vosotros. No os dejéis desanimar, porque es necesaria mucha oración y mucho sacrificio por aquellos que no oran, aquellos que no aman y no conocen a mi Hijo. Ayudadlos viendo en ellos a vuestros hermanos. Apóstoles de mi amor, prestad atención a mi voz en vosotros, sentid mi amor maternal. Por eso, orad; orad actuando, orad dando, orad con amor, orad con las obras y con los pensamientos, en el Nombre de mi Hijo. Cuanto más amor déis tanto más recibiréis; el amor surgido del Amor ilumina el mundo; la redención es amor y el amor no tiene fin.  Cuando mi Hijo venga de nuevo a la tierra buscará el amor en vuestros corazones. Hijos míos, Él ha hecho por vosotros muchas obras de amor: yo os enseño a verlas, a comprenderlas y a darle gracias amándolo y perdonando siempre de nuevo al prójimo; porque amar a mi Hijo significa perdonar. A mi Hijo no se lo ama si no se sabe perdonar al prójimo, si no se intenta comprenderlo, si se lo juzga. Hijos míos, ¿de qué os sirve la oración si no amáis y no perdonáis? Os doy las gracias”.

La Virgen ha bendecido a todos los presentes y todos los objetos religiosos. Después, como la Reina de la Paz desea, los sacerdotes han bendecido a todos los presentes y todos los objetos religiosos.

Queridísimos, he aquí lo que Iván nos ha comunicado acerca de la aparición que ha tenido esta noche, sábado 5 de agosto de 2017, en el Podbrdo a las 22 horas:«Quisiera describiros brevemente el encuentro de esta noche con la Virgen. También esta noche la Virgen ha venido a nosotros muy contenta y feliz. Al inicio nos ha saludado a todos con su saludo materno: “Alabado sea Jesucristo, queridos hijos míos”. Después, con gran alegría, ha orado sobre todos nosotros con las manos extendidas. Después la Virgen ha dicho:

“Queridos hijos, también hoy me regocijo junto a vosotros. También hoy deseo invitaros a decidiros por Jesús. Veo a tantos jóvenes que están volviendo a Él, que se están decidiendo por Él y están cambiando. Orad por los jóvenes, queridos hijos, orad por las familias. La Madre ora por todos vosotros. Especialmente en este tiempo de gracia, orad más. Orad para que mi Hijo nazca en vuestros corazones y os renueve, y permitid al Espíritu Santo guiaros. Gracias, queridos hijos, por haber respondido también hoy a mi llamada”.

A continuación, la Virgen nos ha bendecido a todos con su bendición maternal y ha bendecido también todo lo que habéis traído para que fuese bendecido. Os he encomendado a todos, vuestras necesidades, vuestras intenciones, vuestras familias. He encomendado también a todos los jóvenes que están participando en este Festival y a sus familias. Después la Virgen ha continuado orando, y en esta oración se ha marchado en el signo de la luz y de la Cruz, con su saludo: “Id en paz, queridos hijos míos”»

“Queridos hijos, hoy os invito a ser personas de oración. Orad hasta que la oración se convierta en alegría para vosotros y en un encuentro con el Altísimo. Él transformará vuestro corazón y vosotros os convertiréis en personas de amor y de paz. No olvidéis, hijos míos, que Satanás es fuerte y desea alejaros de la oración. Vosotros no olvidéis que la oración es la llave secreta del encuentro con Dios. Por eso estoy con vosotros, para guiaros. No desistáis de la oración. Gracias por haber respondido a mi llamada”.

“Queridos hijos, ¿quién mejor que yo puede hablaros del amor y del dolor de mi Hijo? He vivido con Él, he sufrido con Él. Durante la vida terrena he experimentado el dolor, porque fui madre. Mi Hijo amaba los pensamientos y las obras del Padre Celestial, el verdadero Dios. Y, como Él me decía, había venido para redimiros. Yo escondía mi dolor en el amor, y vosotros, hijos míos, tenéis numerosas preguntas. No comprendéis el dolor. No comprendéis que, a través del amor de Dios, debéis aceptar el dolor y soportarlo. Cada criatura de Dios lo experimentará en menor o mayor medida, pero, con la paz en el alma y en estado de gracia, la esperanza existe: es mi Hijo, Dios, nacido de Dios. Sus palabras son la semilla de la vida eterna que, sembradas en las almas buenas, producen numerosos frutos. Mi Hijo ha llevado sobre sí el dolor porque ha tomado sobre sí vuestros pecados. Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, vosotros que sufrís, sabed que vuestros dolores se convertirán en luz y en gloria. Hijos míos, mientras soportáis el dolor, mientras sufrís, el Cielo entra en vosotros. Y vosotros, dad un poco de Cielo y mucha esperanza a quienes tenéis alrededor. Os doy las gracias”.

La Virgen ha bendecido a todos los presentes y todos los objetos sagrados traídos para la bendición. Después, los sacerdotes presentes han bendecido a todas las personas y los objetos sagrados; así lo desea la Reina de la Paz.

"Queridos hijos, os invito a ser generosos en la renuncia, en el ayuno y en la oración por todos los que están en la prueba, y son vuestros hermanos y hermanas. De manera especial, os pido que oréis por los sacerdotes y por todos los consagrados, para que amen con más fervor a Jesús, para que el Espíritu Santo llene sus corazones de gozo; para que testimonien el Cielo y los misterios celestiales. Muchas almas están en pecado, porque no hay quienes se sacrifiquen y oren por su conversión. Yo estoy con vosotros y oro por vosotros para que vuestros corazones puedan estar llenos de alegría. Gracias por haber respondido a mi llamada".

“Queridos hijos, como Madre yo os hablo con palabras simples, pero llenas de amor y de solicitud por mis hijos que, por medio de mi Hijo, me han sido confiados. Mi Hijo, que es del Eterno presente, os habla con palabras de vida y siembra amor en los corazones abiertos. Por eso os pido, apóstoles de mi amor: tened corazones abiertos, siempre dispuestos a la misericordia y al perdón. Por mi Hijo, perdonad siempre al prójimo, porque así la paz estará en vosotros. Hijos míos, preocupaos por vuestra alma, porque es lo único que en realidad os pertenece. Os olvidáis de la importancia de la familia. La familia no debería ser lugar de sufrimiento y dolor, sino lugar de comprensión y ternura. Las familias que intentan vivir según mi Hijo viven en amor recíproco. Desde que mi Hijo era pequeño me decía que para Él todos los hombres son sus hermanos. Por eso recordad, apóstoles de mi amor, que todos los hombres que encontráis son familia para vosotros, hermanos según mi Hijo. Hijos míos, no perdáis el tiempo pensando en el futuro con preocupación. Que vuestra única preocupación sea cómo vivir bien cada momento según mi Hijo: he ahí la paz. Hijos míos, no olvidéis nunca orar por vuestros pastores. Orad para que puedan acoger a todos los hombres como hijos suyos, y sean para ellos padres espirituales según mi Hijo. Os doy las gracias”.  

La Virgen ha bendecido a todos los presentes y todos los objetos sagrados traídos para la bendición. Después, los sacerdotes presentes han bendecido a todas las personas y los objetos sagrados; así lo desea la Reina de la Paz.

"Queridos hijos, en este tiempo de gracia os invito a que seáis oración. Todos vosotros tenéis problemas, aflicciones, sufrimientos e inquietudes.

 

Que los santos sean para vosotros modelo y exhortación a la santidad. Dios estará cerca de vosotros y seréis renovados en la búsqueda por medio de vuestra conversión personal.

 

La fe será esperanza para vosotros y la alegría comenzará a reinar en vuestros corazones. Gracias por haber respondido a mi llamada".

“Queridos hijos, al miraros reunidos en torno a mí, vuestra Madre, veo muchas almas puras, a muchos hijos míos que buscan el amor y la consolación, pero que nadie se la ofrece. Veo también a aquellos que hacen el mal, porque no tienen buenos ejemplos, no han conocido a mi Hijo, ese bien que es silencioso y se difunde a través de las almas puras, es la fuerza que sostiene este mundo. Los pecados son muchos, pero también existe el amor.

 

Mi Hijo me envía a vosotros, la Madre, la misma para todos, para que os enseñe a amar y comprendáis que sois hermanos. Él desea ayudaros. Apóstoles de mi amor, es suficiente un vivo deseo de fe y de amor, y mi Hijo lo aceptará; pero debéis ser dignos, tener buena voluntad y corazones abiertos. Mi Hijo entra en los corazones abiertos.

 

Yo, como Madre, deseo que lleguéis a conocer mejor a mi Hijo, Dios nacido de Dios, para que conozcáis la grandeza de su amor, del que vosotros tenéis tanta necesidad. Él ha tomado sobre sí vuestros pecados, ha obtenido la redención para vosotros, y a cambio, os ha pedido que os améis los unos a los otros. Mi Hijo es amor, Él ama a todos los hombres sin distinción, a los hombres de todas las naciones y de todos los pueblos.

 

Si viviérais, hijos míos, el amor de mi Hijo, su Reino estaría ya en la tierra. Por eso, apóstoles de mi amor, orad, orad para que mi Hijo y su amor estén más cerca de vosotros, para poder ser ejemplo del amor y poder ayudar a todos aquellos que no han conocido a mi Hijo. Nunca olvidéis que mi Hijo, Uno y Trino, os ama. Orad y amad a vuestros pastores. Os doy las gracias”.

La Virgen ha bendecido a todos los presentes y todos los objetos sagrados traídos para la bendición. Después, los sacerdotes presentes han bendecido a todas las personas y los objetos sagrados; así lo desea la Reina de la Paz.

"Queridos hijos, en este tiempo de gracia, os invito a orar. Rezad y buscad la paz, hijos míos. Él, que vino aquí, a la tierra, para daros su paz, sin importar quiénes sois ni lo que sois -Él, mi Hijo, vuestro Hermano- a través de mí os invita a la conversión, porque sin Dios no tenéis futuro ni vida eterna. Por eso, creed y orad, y vivid en gracia y en la espera de vuestro encuentro personal con Él. Gracias por haber respondido a mi llamada".

“Queridos hijos, os hablo como vuestra Madre, Madre de los justos, Madre de aquellos que aman y sufren, Madre de los santos. Hijos míos, también vosotros podéis ser santos, eso depende de vosotros. Santos son aquellos que aman sin medida al Padre Celestial, aquellos que lo aman sobre todas las cosas.

 

Por eso, hijos míos, procurad siempre ser mejores. Si procuráis ser buenos, podéis ser santos, sin pensar que lo sois. Si pensáis que sois buenos, no sois humildes y la soberbia os aleja de la santidad. En este mundo inquieto, lleno de amenazas, vuestras manos, apóstoles de mi amor, deberían estar extendidas en oración y misericordia. A mí, hijos míos, regaladme el Rosario, esas rosas que tanto amo. Mis rosas son vuestras oraciones dichas con el corazón y no solo recitadas con los labios. Mis rosas son vuestras obras de oración, de fe y de amor.

 

Cuando mi Hijo era pequeño, me decía que mis hijos serían numerosos y me traerían muchas rosas. Yo no lo comprendía. Ahora sé que esos hijos sois vosotros, que me traéis rosas cuando amáis a mi Hijo sobre todas las cosas, cuando oráis con el corazón, cuando ayudáis a los más pobres. Esas son mis rosas.

 

Esa es la fe que hace que todo en la vida se haga por amor, que no se conozca la soberbia, que se esté pronto a perdonar; nunca juzgar y tratar siempre de comprender al propio hermano. Por eso, apóstoles de mi amor, orad por aquellos que no saben amar, por aquellos que no os aman, por aquellos que os han hecho mal, por aquellos que no han conocido el amor de mi Hijo. Hijos míos, esto es lo que pido de vosotros, porque recordad: orar significa amar y perdonar. Os doy las gracias”.

La Virgen ha bendecido a todos los presentes y todos los objetos religiosos. Después, como la Reina de la Paz desea, los sacerdotes han bendecido a todos y todos los objetos religiosos.

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